La Megalópolis irrumpe en la escena como un mecanismo complejo de sueños y músicas específicamente compuestas, imágenes y videos proyectados que llenan paredes y el suelo del espacio escénico, a decorar, como un tatuaje virtual, los rostros y cuerpos de sus habitantes. Todo parece distorsionado, como una película distópica. Desde el magna confundido de la memoria surge de repente el “recuerdo” y el individuo emerge de la masa indistinta, defendiendo su identidad en la multitud.
En este viaje planetario el texto, enteramente escrito por Nicola Pianzola, trata temas de fuerte actualidad, mediante la experiencia vivida por la compañía, en lugares de difícil y fuerte tensión política.